Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto Gonzales
Unión de Congregaciones Judías Ortodoxas
5 de junio de 2005

 

Muchas gracias.

Es un honor estar con ustedes esta noche en un momento de celebración y conmemoración de la comunidad judía en Estados Unidos. Para este estadounidense hispano, ésta es una oportunidad maravillosa y única de experimentar una cultura y una fe que ha hecho contribuciones tan grandes a nuestra Nación.

Hace 350 años, 23 hombres, mujeres y niños llegaron a lo que, en ese entonces, se llamaba New Amsterdam, cerca de donde estamos esta noche, en el puerto de South Street. Fueron los primeros estadounidenses judíos, que escapaban de la persecución en Brasil. Vinieron aquí, como muchos lo hicieron y lo siguen haciendo, en busca de libertad. Y la historia de ellos es la historia estadounidense. Es una historia de esperanza. Trabajo arduo. Fe. Comunidad. Adversidad. Sacrificio. Y finalmente, el triunfo.

Muchos de nosotros hemos vivido esta historia. Y para quienes hemos inmigrado a los Estados Unidos de todas partes del mundo, el ejemplo de la comunidad judía aquí nos ha inspirado y ha representado un desafío para nosotros. El éxito que han tenido nos recuerda la importancia de la educación, las recompensas del trabajo arduo y el emprendimiento, y el valor de conservar nuestra cultura y nuestra fe, incluso cuando adoptemos el ser estadounidenses.

Mis abuelos eran inmigrantes mexicanos. Recuerdo haberlos visitado cuando pequeño -no había teléfono en su casa, ni televisión, ni agua caliente. Mis padres también tuvieron poca educación formal. Eran inmigrantes trabajadores que nunca terminaron la escuela primaria, pero trabajaron mucho para educar a sus hijos. Tenían poco, pero me dieron un gran regalo: la confianza de que si se me daba una posibilidad, yo también podría vivir el sueño estadounidense. Me criaron para que creyera que un niño mexicano-estadounidense de un vecindario pobre de Texas podría ser parte de la historia estadounidense, y algún día podría, incluso, contribuir a la misma con un capítulo.

No ha pasado un día durante estos últimos cuatro años y medio -cada vez que ingreso al Ala Oeste o a la Oficina Oval para mantener informada a la persona más importante del mundo- que no me sorprenda de las oportunidades que se me han dado.

Sin embargo, la historia estadounidense no es un cuento de hadas; no hay garantías de un final con personas "felices para siempre". El sueño y la promesa de esta Nación ha llegado con gran sacrificio, y su defensa nos ha convocado nuevamente a que hagamos sacrificios.

El 11 de septiembre nos dio a todos - especialmente a aquellos en el servicio público - un propósito común. Desde que el primer avión chocó contra la Torre Norte, hemos luchado con un enemigo de extremistas violentos, sin ningún miedo de utilizar el terror para intimidar y amenazar a los Estados Unidos. No creo que hayan pretendido apenas matar a ciudadanos estadounidenses ese día. Creo que también quisieron matar nuestro espíritu; cambiar la historia de los Estados Unidos de una de esperanza a una de temor.

Pero ahora, tres años y medio más tarde, cada día nos aleja un poco más de los horribles recuerdos de edificios incendiados, ciudadanos aterrorizados y llamadas telefónicas para decir adiós. Es importante, por supuesto, que vivamos nuestras vidas con la mayor normalidad posible. Sin embargo, me preocupa que el impacto, la pena y la ira que todos sentimos se apaguen con el tiempo. Piensen lo que sintieron ese día mientras miraban esas torres caer, y en los días y semanas que siguieron. Las víctimas que conocían. El dolor que compartían. Con el tiempo, es natural que dichos sentimientos pierdan intensidad. Pero nunca debemos permitir que nuestro compromiso pierda intensidad.


La amenaza sigue en pie. Lo veo cada mañana en los resúmenes de inteligencia que recibo en el FBI.

En el Departamento de Justicia, estamos constantemente en comunicación con nuestros compañeros de la CIA, del FBI y de las fuerzas del orden público de Seguridad de la Patria para compartir información y mantener a los Estados Unidos a salvo de posibles ataques. En mis discursos, he advertido repetidamente sobre la complacencia. Permítanme asegurarles que, en el Departamento de Justicia, no hemos sido ni seremos complacientes. Es demasiado lo que está en juego.

Sin embargo, no podemos cargar esto sobre los hombros solos. Debemos continuar proporcionando al orden público las herramientas que necesita para la lucha contra nuestros enemigos terroristas. Una de estas herramientas esenciales es la Ley PATRIOTA de los Estados Unidos. A lo largo de los últimos meses, tanto yo como otras personas del Departamento de Justicia hemos atestiguado ante el Congreso sobre la importancia y la eficacia de las atribuciones que se garantizan en esta ley. Los fiscales federales de todo el país han compartido historias sobre la utilidad de la Ley desde las primeras líneas de la guerra al terrorismo.

Todo esto es parte de nuestro empeño en concentrarnos en los hechos. Es por eso que hemos desclasificado información sobre la frecuencia con la que hemos utilizado algunas de las atribuciones de la Ley. Hemos refutado muchos de los cargos y puesto al descubierto muchas interpretaciones erróneas. Nos hemos concentrado en la verdad, y la verdad sobre la Ley PATRIOTA es que no ha habido una sola violación verificada de los derechos de privacidad o libertades civiles en sus tres años y medio de historia.

Como todo ciudadano estadounidense, valoro nuestras libertades civiles. Se encuentran en lo más profundo de lo que significa vivir en libertad. Y asumo el compromiso de preservarlas en todo lo que hagamos en el Departamento de Justicia.

Es por eso que he hecho lo posible por mantener una mentalidad abierta en este diálogo. He estado dispuesto a escuchar a las personas que tienen ideas que pueden aclarar o fortalecer la Ley PATRIOTA. Estoy dispuesto a oír sugerencias o clarificaciones. Estoy abierto al debate. Pero lo que no puedo ni deseo aceptar son cambios en nuestras leyes que convertirían a los Estados Unidos en un país menos seguro contra el terrorismo y crimen.

Podemos proteger nuestras libertades civiles y nuestros ciudadanos contra el terrorismo - y lo haremos. Uno no excluye al otro.

* * * *

Una de nuestras libertades más preciadas, por cuya defensa hemos realizado grandes sacrificios - es nuestra libertad religiosa.

Nada nos define más como Nación y nos diferencia más de los extremistas que son nuestros enemigos, que nuestro respeto por la pluralidad religiosa.

Como saben, el presidente Bush cree que el gobierno ha ignorado durante demasiado tiempo o ha impedido la labor realizada por organizaciones tales como la Unión Ortodoxa y los grupos que pertenecen a ella para brindar servicios sociales a quienes los necesitan. Les agradecemos por todo lo que ha hecho la Unión Ortodoxa para brindar a los grupos religiosos un lugar en la mesa, incluso apoyando la Iniciativa Religiosa del Presidente.

El Departamento de Justicia tiene uno de los 10 Centros para las Iniciativas Religiosas y Comunitarias del gobierno federal. Junto con grupos humanitarios y misericordiosos comunitarios, estamos conectando a adolescentes en situación de riesgo con consejeros que les brindan rehabilitación para la drogadicción o el alcoholismo, y ayudando a los hombres y mujeres que salen de prisión a reincorporarse a sus comunidades como ciudadanos productivos.

Por supuesto, el trabajo del Departamento para proteger la libertad religiosa va más allá de asegurar el derecho de competir en un contexto de igualdad por los fondos del gobierno. El Departamento también tiene el compromiso de combatir la discriminación religiosa y perseguir a quienes cometan delitos relacionados con la religión.

La Unión Ortodoxa fue parte de la coalición que luchó por la aprobación de la Ley de Uso de Tierras por Grupos Religiosos y Personas Institucionalizadas en 2000.

Esta legislación marca un hito e impide que el gobierno discrimine a los templos y grupos religiosos en la ley de zonificación. La División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia tiene la responsabilidad fundamental de hacer cumplir la Ley, y en abril de 2004 ayudamos a que se ganara el primer caso en un tribunal de apelaciones federal conforme a la ley.

Como algunos de ustedes saben, el caso se originó cuando dos congregaciones judías ortodoxas de Surfside, Florida, alquilaron un lugar encima de un banco en el distrito comercial de la ciudad. El código de zonificación de Surfside permitía que hubiera clubes privados, reuniones de logias y academias de baile en el distrito comercial, pero no lugares de culto. Cuando se las amenazó con el desalojo, las dos congregaciones recusaron las acciones de la ciudad valiéndose de lo establecido por la Ley de Uso de Tierras por Grupos Religiosos.

Después de que un tribunal federal fallara en favor de la ciudad, el Secretario de Justicia Adjunto de los Estados Unidos para Derechos Civiles Alex Acosta se unió al abogado demandante para apelar el caso. En abril de 2004, el Tribunal de Apelaciones del Décimo Primer Circuito de los Estados Unidos determinó que la ciudad de Surfside había violado las libertades religiosas de las dos congregaciones. Si los masones pueden alquilar lugares en el distrito comercial, expresó el tribunal, las congregaciones judías ortodoxas también pueden. Fue una victoria del derecho de culto para todas las creencias religiosas.

Hasta la fecha, el Departamento de Justicia ha iniciado más de cincuenta investigaciones preliminares y 22 investigaciones formales de acuerdo con la Ley de Uso de Tierras por Grupos Religiosos.

En febrero, cerramos una investigación sobre si la ciudad de Lyndhurst en Ohio violaba los derechos de una sinagoga judía ortodoxa al negarle un permiso para construir un establecimiento con mayor facilidad de acceso a pie para los ancianos de la congregación. Luego de la intervención de la División de Derechos Civiles, las partes pudieron llegar a un acuerdo que tenía en cuenta los intereses de la ciudad y, a la vez, permitía a la congregación construir el establecimiento en el lugar elegido.

Y en abril, el Departamento inició una acción judicial amparándose en la Ley de Uso de Tierras por Grupos Religiosos a favor de otro grupo judío ortodoxo, el segundo caso que inicia el Departamento bajo esta ley. En este caso, la ciudad de Hollywood, Florida, rechazó la solicitud de la congregación para poner en funcionamiento una sinagoga en un barrio residencial. La demanda sostiene que la ciudad permite, como rutina, que funcionen varias casas de culto y asambleas laicas en barrios residenciales. Que le hayan prohibido a una congregación judía ortodoxa hacer lo mismo, es, según entendemos, una violación a la ley.

Hay quienes han sostenido que la ley brinda protección sólo a lo religioso. Nosotros no estamos de acuerdo y hemos defendido con determinación la constitucionalidad de la ley en todos sus aspectos, tanto en cuanto al uso de la tierra como a la parte relativa a los prisioneros, que exige que las cárceles se adapten a las prácticas y creencias religiosas de los prisioneros de forma compatible con las exigencias de seguridad que implica el funcionamiento de una prisión. Y este martes pasado, la Corte Suprema estuvo de acuerdo con el punto de vista del Departamento de Justicia y mantuvo que la parte de la ley que se refiere a los derechos de los prisioneros concuerda con la noble tradición de nuestra Nación de adaptarse a la práctica religiosa de sus ciudadanos. El razonamiento de la Corte se aplica con igual fuerza a la parte de la ley que se refiere al uso de la tierra. Y con estos fundamentos, seguiremos defendiendo esta importante ley cada vez que se la cuestione.

Además de aplicar la Ley de Uso de Tierras por Grupos Religiosos, el Departamento de Justicia ha priorizado que se procese a quienes cometan otros delitos con base en prejuicios raciales, étnicos y religiosos.

Les doy un solo ejemplo. En mayo Sean Andrew Sigley fue condenado a 12 meses de cárcel por conspirar con otro hombre por pintar svásticas y mensajes antisemitas en los pilares y edificios del cementerio de la congregación Shaarie Torah de Portland, Oregon. Sigley, según su propia descripción, es un defensor de la supremacía blanca, y admitió haber profanado el cementerio para intimidar a los residentes judíos de la zona. Sigley fue acusado conjuntamente por los abogados de la División de Derechos Civiles y la Oficina del Fiscal Federal para el Distrito de Oregon.

El Departamento también ha hecho cumplir el Título VII de la Ley de Derechos Civiles, que exige que los empleadores realicen adaptaciones razonables para las necesidades necesidades religiosas de sus empleados. En septiembre pasado, iniciamos una acción legal contra la Autoridad de Tránsito Metropolitano de Los Ángeles, en la cual sostuvimos que la política de rehusarse a realizar las adaptaciones necesarias para los empleados que respetan el Sabbath viola el Título VII. En nuestra demanda, citamos el ejemplo de un hombre judío que fue despedido de su trabajo como instructor de conductores de autobuses cuando le informó a la Autoridad de Tránsito sobre su necesidad de respetar el Sabbath. Y en Nueva York, iniciamos una acción legal por el Título VII contra la Autoridad de Tránsito Metropolitano y la Autoridad de Tránsito de la Ciudad argumentando discriminación contra musulmanes, sikhs y otros que cubrían su cabeza por motivos religiosos. De acuerdo con la demanda, que comenzó a principios de 2002, la Autoridad de Tránsito transfirió, sin su consentimiento, a empleados musulmanes y sikh que cubrían su cabeza a trabajos de menor categoría y con menos contacto con la gente. Los dos casos aún están pendientes. Nosotros continuaremos haciendo cumplir con vigor la prohibición a la discriminación religiosa de todos los estadounidense, de acuerdo con el Título VII.

Hace dos semanas, celebré los primeros 100 días de ejercicio de mi cargo como Secretario de Justicia de los Estados Unidos con un discurso en el Club Nacional de Prensa. Reiteré las prioridades del Departamento en cuanto a proteger a los estadounidenses contra el terrorismo, reducir los crímenes violentos, combatir las obscenidades y el tráfico humano y proteger los derechos de las víctimas de delitos. Describí el progreso que hemos obtenido en cada una de estas áreas en favor del pueblo estadounidense. Le dije a la multitud que habíamos empezado bien; sin embargo, es apenas el comienzo.

* * * *

Lo mismo podría decirse sobre la comunidad judía en Estados Unidos: Después de 350 años, empezaron bien; sin embargo, es apenas el comienzo de todo lo que pueden lograr.

Elie Wiesel dijo, cierta vez, sobre los primeros estadounidenses judíos: "Llegaron aquí perseguidos por el fanatismo, la intolerancia y la mezquindad. Sin embargo, supieron transformar los recuerdos del sufrimiento en una visión estadounidense de armonía moral entre culturas, religiones y sociedad."

Ésta es, en dos oraciones, la historia de Estados Unidos en su esplendor. Un lugar que transforma el exilio en oportunidades, la intolerancia en tolerancia y el sufrimiento en triunfo.

Gracias nuevamente por la oportunidad que se me ha brindado de estar aquí esta noche. Mis felicitaciones a los homenajeados. Felicitaciones a la Unión Ortodoxa por sus 107 años de labor en nombre de la fe y la comunidad. Y felicitaciones a todos ustedes por 350 años escribiendo la historia estadounidense y viviendo el sueño estadounidense. Que los 350 años próximos traigan más capítulos escritos y muchos más sueños cumplidos.

Rezo a Dios para que los bendiga, que siga cuidándolos a ustedes y a sus familias y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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