Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales en la Asociación Hispana de Responsabilidad Corporativa

Washington, D.C.
7 de junio de 2006

Buenas noches, damas y caballeros.

Gracias por incluirme en la celebración de esta noche del vigésimo aniversario de la Asociación Hispana de Responsabilidad Corporativa. Me complace estar aquí para expresar mi gratitud por todo lo que esta asociación, sus organizaciones miembro y los patrocinadores de esta noche están haciendo para ayudar a asegurar una mayor oportunidad para todos nosotros en la comunidad hispana.

Con frecuencia, se requiere que el Secretario de Justicia de los Estados Unidos tome decisiones difíciles que son polémicas. Desde el enjuiciar al Director General de una compañía a defender las políticas y prerrogativas institucionales del Poder Ejecutivo, me encuentro en medio de los problemas más complicados. Puede ser duro, a veces. Sin embargo, hasta los días más difíciles y sombríos como Secretario de Justicia de los Estados Unidos son mejores que los mejores días que mi padre vivió como obrero de la construcción y trabajador de mantenimiento. He visto la promesa de los Estados Unidos, he vivido el sueño estadounidense en el mejor país del mundo, y no cambiaría un segundo del privilegio de servirlos.

Mi madre nació en Texas como ciudadana de los Estados Unidos. Cuando era joven, trabajaba en la cosecha como trabajadora extranjera junto con otros hispanos. Recientemente, me explicó que, en ese entonces, nadie pedía papeles, nadie preguntaba si uno estaba aquí legalmente. Uno simplemente se presentaba y hacía su trabajo, trabajando lado a lado con personas que se parecían a nosotros, a fin de ganar dinero suficiente para alimentar a la familia de uno y sobrevivir.

Actualmente, como todos sabemos, más y más personas están preguntando sobre la migración legal. La inmigración es uno de los problemas más difíciles que enfrentamos como país y como comunidad. Y la manera en que tratemos del problema dará forma al desarrollo de los Estados Unidos y afectará significativamente el futuro de miles y miles de hispanos.

El Senado y la Cámara han aprobado legislación de inmigración. Los enfoques de cada cámara del Congreso son bastante distintos. Una conferencia de Senadores y miembros de la Cámara de Representantes intentará, ahora, resolver diferencias en la legislación y producir un proyecto aceptable para ambas partes para la firma del Presidente. Claramente, aún le queda mucho por hacer al Congreso; sin embargo, el Presidente opina que, para el bien del país, debemos realizar una reforma exhaustiva inmigratoria este año. Muchos de ustedes ya han agregado sus voces al debate, muchos de ustedes ya están hombro a hombro con el Presidente. Creo en la visión del Presidente y les agradezco su apoyo. Pero aún no hemos terminado.

Las personas tienen opiniones firmes sobre la inmigración, opiniones formadas y alimentadas por la preocupación por la familia, la seguridad nacional, la economía y la política. Si bien existen diferencias en las opiniones, creo que existe un gran consenso nacional sobre la inmigración. Y estoy seguro de que muchos de ustedes están a favor del mismo.

Ciudadanos de los Estados Unidos de todas las opiniones políticas desean que el país esté libre de terroristas, narcotraficantes y otros que nos perjudicarían. También deseamos la prosperidad. Y somos un país que ha exhibido, a pesar de los reveses y tambaleos, una generosidad inigualada. La igual de oportunidades se disfruta aquí como en ningún otro lugar. Somos un país patriota y respetuoso de la ley, y somos un país acogedor y optimista.

Pocos partidarios de un enfoque único de coacción para la reforma inmigratoria desean que hubiera menos inmigrantes. ¿Adónde nos llevaría esa lógica? Y pocos que ven a los Estados Unidos como un país acogedor son partidarios de fronteras abiertas y sin leyes - no después de los ataques despiadados del 11/9. La mayoría de los ciudadanos de los Estados Unidos desea una política de inmigración que proteja nuestra seguridad nacional e intereses económicos y proyecte nuestros ideales como una nación generosa y acogedora. Nosotros, como Nación, no estamos divididos en lo que a esto se refiere. Por lo tanto, deben seguir apoyando este gran consenso estadounidense.

Como la principal autoridad de las fuerzas del orden público de esta tierra, quiero ser claro. El cumplimiento de la ley debe ser el eje de la reforma de inmigración. Nadie está por arriba de la ley.

Esta exigencia de hacer valer nuestras leyes enérgicamente es - y debe ser - el cimiento de nuestro consenso nacional. Ninguna persona que se haya fijado en nuestros antecedentes puede negar que hemos sido activos en lograr la seguridad de la frontera. Desde el 11 de septiembre de 2001, los enjuiciamientos inmigratorios han aumentado más del 40 por ciento. Y, como dijo el Presidente, a lo largo de los últimos cinco años la Patrullera de Frontera ha impedido la entrada de 6 millones de personas.

Hemos aumentado los recursos y el personal de la Patrulla de Frontera. Este Gobierno habrá duplicado el número de oficiales de la Patrulla de Frontera en 2008. Asimismo, la Guardia Nacional cumplirá un papel de apoyo temporal. Ayudaremos y capacitaremos a autoridades estatales y locales para que puedan asistir mejor a los oficiales federales. Daremos fin al programa fútil de "capturar y soltar" en la frontera del sur.

Nuevas tecnologías ayudarán a detectar cruces de frontera ilegales y producirán una tarjeta de identidad no falsificable. Hemos aumentado nuestros fondos para coacción inmigratoria interior en un 42 por ciento, incluido el enjuiciamiento de quienes produzcan documentos falsos. El Presidente firmó una legislación duplicando los recursos federales para coacción en el lugar de trabajo. Se ha hecho todo esto para proteger nuestras fronteras; sin embargo, es mucho lo que queda por hacer.

Debemos, especialmente, eliminar las prácticas despiadadas e inhumanas de los coyotes que explotan los sueños de los inmigrantes. Una prioridad clave para mí durante mi periodo como Secretario de Justicia de los Estados Unidos, ha sido continuar con la campaña del Departamento contra el tráfico de personas y el contrabando de personas. Nuestros enjuiciamientos de tráfico de personas han aumentado un 300 por ciento desde el comienzo de este Gobierno. Debemos poner un fin a esta esclavitud moderna. Nuestra compasión y nuestra conciencia lo exigen.

Sin embargo, debemos ser realistas al enfrentar este problema difícil. Personas hambrientas y trabajadoras intentarán conseguir empleos para alimentar a sus familias mientras exista una disparidad económica entre los Estados Unidos y sus vecinos del sur. La mano de obra inmigrante beneficia a las empresas y consumidores de los Estados Unidos. La clave de una mejor aplicación de la ley en la frontera y en el interior es tratar de estos hechos con franqueza.

Un programa de trabajador temporal que satisfaga las necesidades de nuestra economía establecería reglas realistas en un área en el que se ignora la ley hace décadas. La marea creciente de inmigración sería canalizada y controlada, de modo que siga energizando nuestra Nación de manera constructiva. Contribuyentes legales y lugares de trabajo seguros reemplazarían a los trabajadores ilegales y las condiciones inseguras. Introduciríamos una cultura de legalidad y justicia en un área en el que hace mucho que las reglas son desacatadas.

Aplicaríamos este mismo enfoque realista al tratamiento de nuestra población inmigrante ilegal actual. Aquí, nuevamente, las políticas de este Gobierno son un reflejo de las opiniones de un consenso del pueblo de los Estados Unidos. Más de 11 millones de inmigrantes no partirían de la noche al día. Ciertamente, no es del interés económico de los Estados Unidos que lo hagan, y sería algo imposible de hacer valer. Entonces, ¿cómo hacemos de una tarea de aplicación de la ley que parecería ser imposible un problema manejable? La reforma inmigratoria exhaustiva es la única manera.

Con la reforma exhaustiva, tanto los empleados como los empleadores saben que existen reglas que deben respetarse. Asimismo, existirían tanto incentivos legales como económicos para que se respeten las reglas. Los inmigrantes que hayan violado la ley deben pagar por ello; deben sufrir las consecuencias de la falta de cumplimiento. No es cuestión de ofrecer amnistía.

Los empleadores estarían sujetos a multas por violar la ley. Estamos pidiendo a los empleadores que asuman la responsabilidad de la legalidad de los trabajadores que contraten. Como dijo el Presidente a la Cámara de Comercio la semana pasada, las empresas que, a sabiendas, empleen a trabajadores ilegales deben pagar multas superiores a las multas por exceso de velocidad. Al final, todos se beneficiarán. El retirar a los inmigrantes ilegales de las sombras de la sociedad beneficia a todos - a todos, excepto los coyotes, traficantes de personas y otros explotadores. Estos serán perseguidos y castigados.

Como ha argumentado el Presidente, los inmigrantes que deseen trabajar y residir en los Estados Unidos, y disfrutar los beneficios de nuestra gran Nación deben aprender a hablar inglés, el idioma de la oportunidad. Mis padres no tenían estudios; hablaban entre ellos solo en español. Pero nos hablaban a mí a mis hermanos y hermanas en inglés, para que aprendiéramos a leer y escribir en inglés. Mis padres se daban cuenta de que el inglés representaba la libertad en los Estados Unidos. Finalmente, el Presidente cree que aquellos que cumplen con los requisitos de acuerdo con la ley deben poder solicitar el privilegio de la ciudadanía.

Una reforma tan exhaustiva mejoraría la seguridad de nuestra Nación. Una vez que hayamos reafirmado una cultura de respeto por la ley, podemos instruir a las fuerzas del orden público a que se concentren en aquellos con más probabilidades de representar un peligro genuino.

Como ex juez, con frecuencia he escuchado argumentos poderosos de abogados diestros que pedían por una parte sobre la otra. Sin embargo, en el caso ante nosotros la retórica apasionada disimula un acuerdo subyacente. Todos nosotros, incluido el público diversificado en esta sala, tenemos más en común en estos problemas de lo que nos damos cuenta.

Después de todo, la mayoría de los ciudadanos de los Estados Unidos desea una sociedad segura y respetuosa de la ley y una que sea segura de sí, acogedora y próspera. Es allí donde están ustedes, y es allí donde está el Presidente. Permitan, ahora, que el Congreso muestre su liderazgo, reconozca el consenso nacional y actúe para el interés de los Estados Unidos.

Mi hijo menor, Gabriel, cumplió once años ayer. Cuando lo miro, me preocupo con su futuro. ¿Disfrutará la promesa de los Estados Unidos? ¿Crecerá en un país donde los sueños aún se vuelven realidad?

El abuelo de Gabriel creció en medio de la pobreza, sólo tuvo dos años de escolaridad formal y trabajó en la construcción bajo el sol caliente de los veranos de Houston. El padre de Gabriel es graduado de la Escuela de Leyes de Harvard y fue nombrado Secretario de Justicia de los Estados Unidos.

¿Qué camino tomará mi hijo? Esta es una pregunta que todos los padres se hacen. Los futuros de nuestros hijos son formados por las decisiones que tomamos hoy. Les pido que se unan al debate sobre la inmigración. El futuro de nuestro paìs y de nuestros hijos pende del equilibrio.

Nuevamente, gracias por lo que hacen. Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias, y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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