Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales en el Desayuno del Congreso Anual del Club de Niños y Niñas de los Estados Unidos [Boys and Girls Club of America]

Washington, D.C.
20 de septiembre de 2006

Buenos días. Gracias, Rick.

Fui criado en una pequeña casa de dos dormitorios en un vecindario obrero justo al norte de Houston. Éramos una familia pobre de una comunidad pobre. No había escuelas privadas, campamentos de verano o programas para después del horario escolar.

Pero tuve la suerte de tener padres afectuosos que me vigilaron atentamente, a mí y a mis siete hermanos y hermanas. Los varones armaron un campo de béisbol en nuestro jardín, con un defensas improvisadas hechas con tablas de madera y alambrera. Y durante los veranos, jugábamos a la mañana, y después nos tomábamos un descanso para almorzar tortillas y frijoles y dormir una siesta corta. Luego, volvíamos a jugar la tarde entera. Hacíamos lo mismo todos los días.

Cuando era niño, creo que mis padres nunca tuvieron grandes preocupaciones sobre dónde estábamos y qué estábamos haciendo. Los amigos alborotadores, las drogas y el alcohol no existían. Solo había una fuerte conexión familiar y el béisbol.

Demasiados niños de hoy no tienen la misma suerte. Son demasiados los hogares deshechos, demasiados los padres ausentes y demasiadas las vidas desperdiciadas. ¿Cómo encuentra un niño su camino en circunstancias desventajosas?

Lo hace con la orientación de organizaciones como los Clubes de Niños y Niñas que inspiran a los niños a tener sueños ambiciosos. Lo hace con mentores como los cinco jóvenes sobresalientes a quienes prestamos reconocimiento hoy: Montrelle Lee, Alyse Eady, David Shelly, Stacey Walker y Kelly Barefield.

Cada uno de ustedes merece el premio nacional que se entregará hoy, y quiero que sepan que me siento honrado en acompañarlos esta mañana. Me complacerá seguir sus carreras, a medida que se preparan para liderar su generación.

Estos hombres y mujeres jóvenes son un ejemplo del objetivo del Club de Niños y Niñas: la búsqueda de un futuro mejor para la juventud de los Estados Unidos.

Compartimos ese objetivo en el Departamento de Justicia, y es por eso que me complace tanto la oportunidad de tener esta conversación con todos ustedes hoy. Al prevenir los ataques terroristas, en nuestra ofensiva contra las pandillas y el delito violento, y en nuestra búsqueda de pedófilos y predadores en Internet, luchamos por nuestros niños para que puedan disfrutar la promesa de los Estados Unidos. Luchamos por su inocencia y sus sueños. Es una lucha por nuestro futuro.

Ninguno de estos objetivos puede alcanzarse sin una labor cohesiva y coordinada de todos los niveles del gobierno, así como de los sectores privado y sin fines de lucro.

Se me ocurre que, cuando el objetivo es la prevención, es cuando las asociaciones son más críticas.

En el Departamento, el enjuiciamiento penal es una parte importante de lo que hacemos, pero es una victoria vacía cuando se la compara con la prevención.

Buscamos evitar que los niños se unan a pandillas o consuman drogas en primer lugar.

El enjuiciar a delincuentes jóvenes no es un éxito. El ver a jóvenes graduarse de la escuela secundaria y seguir sus sueños de carrera, educación, familia...eso es un éxito.

El Club de Niños y Niñas comprende el objetivo de la prevención tanto como cualquier grupo en los Estados Unidos hoy. Ustedes tienen una historia llena de orgullo de ofrecer alternativas a niños que, de otra manera, podrían dedicarse a las drogas, las pandillas u otros delitos.

En el Departamento, valoramos la asociación del Club de Niños y Niñas, y los desafiamos a que extiendan más allá su misión.

Por supuesto, nosotros estaremos a su lado. Necesitamos los conocimientos de ustedes para lograr que iniciativas del Departamento como el Proyecto Vecindario Seguro y el Proyecto Niñez Segura sean un éxito.

También deseamos ir con ustedes a las comunidades que otros no atienden. Nos complace tenerlos como asociados en Nueva Orleáns, por ejemplo, donde el delito violento amenaza a vecindarios que luchan para recuperarse de un desastre sin precedentes. El Departamento se enorgullece de estar brindando financiamiento para establecer un Club de Niños y Niñas y una Liga Atlética de la Policía en Nueva Orleáns en este exacto momento.

Sigamos desafiándonos a nosotros mismos para encontrar los vecindarios en los que los niños realmente no tienen opciones suficientes, donde no pueden jugar al béisbol porque el solar deportivo está patrullado por pandillas. Tanto en áreas urbanas como rurales, son demasiados los niños que salen de una escuela mediocre a la tarde y vuelven a una casa vacía o hasta peligrosa. Es allí donde más necesitamos al Club de Niños y Niñas, y deseo apoyarlos en la búsqueda de dichos vecindarios.

Especialmente, deseo agradecer a los voluntarios que mantienen al Club de Niños y Niñas porque sé que la buena labor de esta organización no sería posible sin ellos.

Espero que su voluntarismo inspire a los niños con los que trabajan a, algún día, también ser voluntarios y mentores. El servicio y el voluntarismo son una parte esencial de la ciudadanía y nos ayudan a valor las bendiciones de esta gran nación.

Al dar a los demás, nos renovamos y refinamos. Uno se siente bien al ayudar a los demás, al saber que ha logrado un cambio positivo en la vida de otra persona.

No existen dudas de que el voluntarismo es algo bueno para la sociedad y bueno para el alma. También me interesa qué puede hacer para una nación tan próspera y con tantas bendiciones que es posible que hayamos perdido un poco la perspectiva de nuestra propia fortuna.

Si bien creo fuertemente que la mejor herencia que uno puede recibir es la libertad, no podemos estar orgullosos de nosotros mismos o de nuestro país si no cuidamos a nuestros vecinos cuando nos necesitan.

Los voluntarios del Club de Niños y Niñas son un ejemplo magnífico del corazón estadounidense y de una dedicación singular a la retribución.

Todas las personas que participan en el Club de Niños y Niñas están dando un regalo a la próxima generación. Su tiempo y recursos financieros son bien aprovechados y, efectivamente, logran un cambio positivo.

Existe otro regalo que espero que el Club considere obsequiar a sus niños y niñas, y ese es el regalo de la historia de los Estados Unidos.

Consideren exhibir la Declaración de Independencia, la Constitución y la Declaración de Derechos en las paredes de sus instalaciones. No podemos traer a todos los niños aquí, a Washington, para que visiten los Archivos Nacionales, pero podemos llevar las cartas de libertad a todos los niños.

Porque, independiente del vecindario en el que crezcan, todos los niños de los Estados Unidos tienen una ventaja en la vida por ser ciudadanos de este país. Nacieron en una libertad con la que otros niños de otros países solo pueden soñar.

Espero ver a más niños aprendiendo que su país fue creado como un lugar de oportunidades, una puerta de oro por la que se pasa y se agarra un sueño.

Creo que los documentos fundadores de nuestro país son una de las mejores ilustraciones de la esperanza estadounidense y, sin duda, la esperanza y la oportunidad es de lo que realmente se trata el Club de Niños y Niñas.

Gracias por permitirme la oportunidad de compartir estos pensamientos, y por haberme invitado a esta Celebración Centenal. Estamos aquí, en la tierra, por un tiempo corto y, en mi mente, con una finalidad definida. Cada uno de nosotros ha recibido dones y talentos específicos a ser compartidos para afectar las vidas de los demás. Rezo que Dios los vigile a ustedes y a sus familias, que guíe todas sus decisiones y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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