El Secretario de Justicia de los Estados Unidos Eric Holder da una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Montana para la Serie de Conferencias Jones-Tamm
Estados Unidos
Gracias, Bob [Bennett]. Es un honor estar contigo y con tantos distinguidos líderes y miembros de la judicatura y el colegio de abogados de Montana, entre los que se encuentran el Fiscal Federal Mike Cotter y el Secretario de Justicia Steve Bullock.
Como dijo Bob, hace mucho que somos amigos. Él no solo es uno de los abogados más destacados y sabios de nuestro país, sino que también es un embajador entusiasta de la Universidad de Montana y su Facultad de Derecho. Créanme: aprovecha cualquier oportunidad para abogar por los extraordinarios alumnos y ex alumnos de esta facultad y por su enfoque único y dinámico a la educación legal.
De más está decir que gran parte del mérito es de Dean Russell y su equipo de administradores, profesores y personal. Gracias por invitarme y recibirme en este hermoso campus.
Agradezco la oportunidad de hacer algo que todos los abogados, y más aún todo Secretario de Justicia, debería hacer periódicamente: analizar cómo se puede fortalecer el sistema judicial de nuestro país, cómo se puede cumplir nuestra promesa fundacional de justicia y cómo se pueden superar los desafíos que enfrentamos... a través del servicio público.
En el espíritu del Juez William Jones y el Juez Edward Tamm - los visionarios que dan nombre a esta serie de conferencias - de eso se trata el día de hoy: alejarnos de lo que hacemos y estudiamos para analizar lo que le debemos a nuestra comunidad, nuestro país y a nuestros conciudadanos.
Los jueces Jones y Tamm dedicaron su vida al servicio público. Y cabe señalar que ambos trabajaron para el Departamento de Justicia al principio de sus carreras.
Me enorgullece estar con ustedes para honrar su legado y me complace participar en los inicios de las celebraciones del centenario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Montana.
En los últimos cien años, esta facultad ha sido un lugar de aprendizaje y aporte, de aplicaciones prácticas, y también rigor intelectual, de estudio de políticas públicas y de oportunidades de servicio público. Me alegra que su facultad practique la filosofía de “abogacía orientada a las personas” y dé lugar a tantas oportunidades cruciales. Dada la cultura de cooperación - no competencia - que define a este campus, confío en que su próximo siglo esté caracterizado por un progreso exponencial y por logros del calibre de los que han definido sus primeros 100 años.
Hoy quiero que nos dediquemos a eso - y a su futuro - mientras celebramos el pasado.
Pero primero, para seguir con los aniversarios - y los reenfoques - analicemos un lugar que está 2,000 millas al este de Missoula. La ciudad de la que acabo de llegar: Washington, D.C., y una época diferente: 1961, hace medio siglo. Era el inicio de una nueva era. Y el 21 de enero de ese año, nuestro 64° Secretario de Justicia de los Estados Unidos - y mi predecesor más famoso - hizo el juramento para asumir su puesto. Solo tenía 35 años... y se llamaba Robert Kennedy.
En las últimas semanas, mientras el Departamento de Justicia se preparaba para conmemorar el 50° aniversario del juramento de Robert Kennedy, pensé mucho sobre ese momento, y los años extraordinarios de viajes de votación, viajes por la libertad, escuelas libres y los hitos de los derechos civiles que siguieron a ese juramento.
En 1962, el Secretario de Justicia de los Estados Unidos Kennedy le dijo al pueblo estadounidense que “En una sociedad democrática, la gloria de la justicia y la majestuosidad de la ley no solo son creadas por la Constitución - ni por los tribunales, ni por los agentes de la ley, ni por los abogados - sino por los hombres y mujeres que conforman nuestra sociedad, que son quienes protegen la ley y a la vez son protegidos por la ley”.
Analicemos esa idea un instante: es una idea importante. La “gloria de la justicia” no reside únicamente en nuestro código jurídico o en nuestro sistema judicial. Y la oportunidad de promover y hacer justicia no se limita solo a quienes tienen tres años de capacitación legal, calificaciones excelentes o un trabajo envidiable. Todos nosotros - como ciudadanos de este gran país - tenemos la oportunidad, y la obligación, de proteger la promesa de justicia. Y todos los estudiantes en este salón poseen las herramientas necesarias para ayudar a llevar justicia a quienes la necesitan.
He visto el poder de este ideal - y del activismo y el compromiso de los jóvenes - en todas las etapas de mi vida y mi carrera. Y es algo evidente a lo largo de la historia de nuestro país.
De hecho, es posible que esa sea la tradición más antigua, y quizás más loable, de los Estados Unidos. Desde los inicios de nuestro país, los jóvenes - y, específicamente, los abogados jóvenes - han usado sus conocimientos y su educación para defender la justicia. Generaciones de abogados jóvenes se dieron cuenta de que su educación no solo les proporcionaba la capacidad de cambiar la ley, sino que también les daba el poder de cambiar el mundo.
Quizás nuestro mejor ejemplo de esto sea el primer ejemplo: el desarrollo de nuestra Constitución. Si bien generalmente se acepta que los principales creadores de la Constitución fueron los “sabios ancianos de la República”, la verdad es que el mejor documento jurídico de la historia de la humanidad en realidad fue creado por insistencia de los jóvenes y su defensa de la iniciativa. Es verdad que había ancianos en ambos lados. Pero lo que no tiene tanta difusión es que fue necesaria la intervención de jóvenes estadounidenses - que se reunieron, movilizaron comunidades, escribieron panfletos y cartas y exigieron acciones constantes - para que su visión de una Constitución se hiciera realidad. De hecho, el Padre de la Constitución, James Madison, también fue uno de sus más antiguos defensores: y solo tenía 36 años cuando se realizó la Convención Constitucional.
Esta historia destaca una tendencia que hemos visto, una y otra vez, en cada capítulo de la historia de los Estados Unidos. Muchos de los grandes progresos sociales en la historia de nuestra nación, fueron, en gran parte, el resultado de ideas que abogados y defensores jóvenes tuvieron y trabajaron para implementar. Esto resulta evidente ya sea con respecto a la erradicación de la esclavitud, el nacimiento del Movimiento del Voto Femenino y la aprobación de la 19° Enmienda o la concepción y la creación de nuestras leyes de derechos civiles.
Hoy - al igual que en 1911 cuando se fundó esta facultad de derecho, y en 1961 cuando Robert Kennedy comenzó su mandato histórico como Secretario de Justicia de los Estados Unidos - este estado, y todo nuestro país, enfrentan amenazas sin precedentes y oportunidades imprevistas. También enfrentamos la decisión del siglo: la decisión entre un futuro de servicio y un futuro de apatía.
¿Continuaremos el largo y noble compromiso de nuestro país con la búsqueda de la justicia, sin importar lo difíciles o trascendentales que sean los sacrificios necesarios para lograrlo? ¿Nos arremangaremos, buscaremos a quienes estén necesitados y en riesgo y tomaremos los pasos necesarios para generar un cambio? ¿Demostraremos poseer las agallas y la inventiva necesarias para generar, innovar y crear nuevas oportunidades para los demás? ¿Demostraremos poseer la tenacidad irrefrenable y el optimismo infinito que caracterizaron a las generaciones que nos precedieron y ampliaron las mejores tradiciones de nuestra nación?
Hoy les pido a cada uno de ustedes que elijan la acción, que elijan la compasión y que elijan un futuro de servicio: el servicio en pos de la justicia.
Aquí en Missoula, puede que sea fácil sentirse alejado de Washington y del trabajo del Departamento de Justicia de nuestro país. Pero todos ustedes pueden - y deben - ser asociados en nuestra labor. También deben saber, con la misma certeza que la que tengo yo, que el Departamento de Justicia no puede cumplir con sus responsabilidades cruciales sin la participación y el compromiso de estudiantes y futuros líderes como ustedes, tanto aquí en Montana como en todo el país.
Evidentemente hay muchos ejemplos de habitantes de Montana que se van de este estado - y este campus - para marcar una diferencia a nivel nacional. Uno de esos ejemplos es Jeannette Ranking, promoción 1902. Jeannette creció en una granja a pocas millas de la Universidad de Montana. Después de graduarse en biología, siguió su carrera y terminó convirtiéndose en la primera mujer en formar parte del Congreso de los Estados Unidos: luchando por los derechos de la mujer, y por la paz, cuando muchas mujeres seguían sin contar con el derecho al voto.
Ahora ustedes deben continuar esta tradición de servicio y logros. Este es un momento extraordinario, una época extraordinaria para aprender, vivir y marcar grandes diferencias en la vida de sus conciudadanos, a través de la ley, o a través de cualquier otro campo de estudio.
Espero que cada uno de ustedes busque la manera de servir a los demás y que, al hacerlo, sirva a la causa de la justicia. Ustedes no solo tienen la capacidad de generar el cambio y el progreso que esperan ver, sino que también tienen la responsabilidad de hacerlo.
Ya sea que en algún momento lideren movimientos, decidan casos desde el banco del juez, vuelvan a las aulas para enseñar, sean candidatos para cargos públicos, asesoren a clientes o defiendan a acusados, ustedes pueden definir el futuro: y lo harán. Pueden elegir ofrecer opiniones sobre cómo nuestra nación luchará contra la delincuencia, protegerá nuestra seguridad nacional, fortalecerá nuestro sistema educativo, protegerá el medio ambiente o se asegurará de que todos los estadounidenses tengan la oportunidad de acceder a servicios legales. Pero cada uno de ustedes puede encontrar la manera de exigirle a nuestro país que busque llegar cada vez más alto, ser mejor y hacer más por los miembros más vulnerables de nuestra sociedad.
Mientras los miro a todos ustedes, recuerdo una pregunta escrita por el poeta Alfred Lord Tennyson. Una pregunta que, hace casi medio siglo, el Secretario de Justicia de los Estados Unidos Robert Kennedy copió en su diario personal.
“¡Oh! ¿Qué seré a los cincuenta,
si la naturaleza me mantiene con vida,
si el mundo me parece tan amargo
cuando solo tengo veinticinco?”.
Al igual que yo, ustedes se apoyan sobre los hombros de quienes los precedieron: los jueces Jones y Tamm, la Congresista Ranking, el Secretario de Justicia Kennedy, y muchos otros. Y si bien son los beneficiarios de sus contribuciones y su compromiso, también son administradores del progreso de nuestro país. La “gloria” de los Estados Unidos - y su “majestuosidad” - están en sus manos.
Es por eso que quiero que sepan que cuento con ustedes. Nuestra nación cuenta con ustedes. Y, al celebrar estos 100 años de excelencia, quiero que sepan que la historia también cuenta con ustedes.
Mucha suerte. Y gracias a todos.